C.P: Llevas dedicándote bastante tiempo a la creación. ¿Cómo se ha ido desarrollando tu carrera desde los inicios hasta ahora?
F.T: Yo tengo 36 años, soy del 87. Comencé mi carrera con el dibujo, éste es una constante en mi producción. Años después, en torno al 2010, desarrollé también la fotografía con un énfasis en trabajar la iconografía del muchacho, del varón adolescente. Esto surge a partir de la óptica de Pier Paolo Pasolini, director, escritor, periodista y poeta italiano. Lo que busqué fue traducir esa iconografía de Pasolini a un lenguaje propio.
Al mismo tiempo que seguían surgiendo los dibujos, empecé a investigar con la cámara, y de ahí surgieron varias exposiciones. La primera se tituló Boyness, que viene a significar algo así como “la condición de ser un pibe.” Hubo en esta expo una serie de obras muy dispares, desde dibujos hasta objetos, así como una serie fotográfica que surgió a partir de Mark Twain y su novela Tom Sawyer en la que se dan leves tintes eróticos. Pero sí, si tengo que mirar hacia atrás, dibujé toda la vida, desde pequeño.
C.P: Trabajas en España, pero, como ya has comentado, eres de Argentina. ¿Cómo de importante son tus raíces para el desarrollo de tu trabajo?
F.T: Importantísimas. Crecí con una mezcla de culturas. Por un lado, ya te dije, soy skater, y ese ambiente lo trabajé mucho en el pasado con mi dúo Los Picoletos. Y ahora, de forma individual, trabajo mucho el fútbol. El fútbol y Argentina están muy relacionados, igual que con Italia. Es por esto que no es casual que yo tenga antepasados italianos.
Además del fútbol, también es importante el tango… se me viene ahora a la mente El Polaco Goyeneche, un cantante cuya estética tiene mucho que ver con el mundo kinky, con las raíces urbanas. El fútbol, el tango y el skate tienen encuentro en la calle, que es de donde yo saco toda la inspiración para hacer mi trabajo.
C.P: Siento que he conocido a todos los chicos que pintas. Son reales, están en las ciudades, en los barrios… ¿Piensas mucho en que tu obra arroja luz sobre cuestiones como la visibilidad homosexual o de modos de vida no tradicionales?
F.T: Pues sí, todos los chicos que pinto son reales y son una gran mezcla que tengo yo en mi cabeza donde mezclo novios, ex amantes, amigos de la adolescencia, de la infancia… son una mezcla de chavales que quise y que quiero. Muchos de ellos fuertes, muchos de ellos valientes… son rostros que se mezclan. Incluso hay veces que pinto rostros que veo por la calle y se me quedan en la cabeza, los grabo como si fueran un escáner.
Yo principalmente lo que trabajo es la mirada homosexual en el adolescente varón. Ahora llega una nueva serie que estoy preparando y que se va a poder ver en JUSTMAD en Madrid del 6 al 10 de marzo. Se trata de una serie de retratos masculinos con camisetas de fútbol típicas de Buenos Aires, tanto de barrios periféricos como centrales. El Boca, El River, pero también Platense, Chicago, Vélez… lo que estoy representando ahí es una cosa que sucede muchísimo en la Argentina, que es que cuando tú eres niño, al menos en los 90, tu padre te llevaba al club de fútbol y tenías que jugar. Y yo, que era un pequeño maricón, quería hacer danza. Yo quería bailar como Michael Jackson, así que iba obligado.
Es por eso que estoy trabajando esta nueva serie de chavales con camisetas de fútbol típicas de mi barrio y de los cercanos. Verás que todos ellos tienen heridas, lastimaduras, marcas, tiritas… es una metáfora de la lucha interna que tienen que llevar a cabo.
Mi padre desde pequeño me llevaba a jugar al club Leopardi al fútbol, y a día de hoy ha ganado herramientas para comprenderme (nos entendemos como mejores amigos) e incluso sabe algo del mundo del arte. Estos últimos meses, que los he pasado allá, él tuvo la idea de que ya que estaba ahí tenía que volver al club al que me llevaba de pequeño y pintar allí. Acabé pintando cuatro murales de futbolistas en las paredes de la cancha del estadio. Y todos esos futbolistas tienen esas marcas en la cara, esas lastimaduras que son de jugar a la pelota pero también son marcas de la vida, ¿sabes?
Para Pier Paolo Pasolini el fútbol no era un deporte, era un lenguaje con sus poetas y sus prosistas. Él decía que el fútbol era la última representación sagrada de nuestra época. Y fíjate, creo que sigue teniendo razón.