M. T. – Ahora que has hablado del sentir y el mix de emociones, rescato tres estrofas de una de las canciones del álbum que aborda un tema que a menudo tiene controversia. En ‘todo lo que conozco’ dices algo muy interesante que es “viene del amor todo lo que conozco, mejor sentirlo así todo tan fuerte, así el cobarde no se acerque”.
¿Qué crees que es lo que hace que aquellos que sienten y se expresan de forma más intensa, sean vistos como “poco serios”? En lugar de tener esta característica como una virtud a veces se percibe como una especie de defecto
A. R. – ¿Sabes qué pasa? Que a mí… La gente que no está dispuesta a vivir la vida o la gente sosa, no me interesa nada. Entonces no me cuestiono absolutamente nada. Aparte de tener alguna conversación y querer indagar un poco a nivel personal con ellos, no me representan. Entonces, tampoco me apetece saber más, porque creo que no vamos a poder convivir de una manera en la que nos estemos aportando muchísimas cosas. Con todo el respeto del mundo, no es por nada, pero simplemente a mí me gusta vivir la vida viviéndola, porque para eso he venido aquí. No para pasar por ella por encima, porque no me apetece. A mí me gusta querer a mi gente, me gusta disfrutar de la vida, me gusta preguntarme el porqué de las cosas y me gusta rodearme de gente así. Para sentirme juzgada en mi propio amor, pues a mí personalmente no me renta.
M. T. – Supongo que al fin y al cabo es rodearse de quienes compartan la misma visión y valor por las cosas. Y si es intensidad, pues intensidad.
A. R. – Totalmente. Evidentemente, hablando desde una intensidad sana. Creo que se asocia muchas veces la intensidad a la posesión, a todo lo que es el apego ansioso y demás; pero no lo catalogo de la misma manera. Para mí una cosa es un apego ansioso y otra cosa es la intensidad y la manera visceral de vivir las cosas con muchísima emoción. El problema es quien lo hace conjunto y da por hecho que las personas que queremos ser leales a lo emocional tenemos ese deje tan negativo que muchas veces se nos da y que para mí no es lo mismo.
M. T. – Hay un punto de vista distinto según la persona.
A. R. – Creo que el problema es catalogarlo de la misma manera o meterlo en el mismo saco cuando no es así. A mí me gusta mucho la gente que vive la vida de manera un poco más bonita cuando se puede. Hay veces que hay que pasar por encima de algunas situaciones, pero bueno, te haces un disco como ‘No soy tu hombre’ y se te pasa’. (sonríe)
M. T. – Totalmente. Ahora que hablas de cómo la percepción de alguien depende de los ojos de quien lo miren, en este segundo álbum te adentras en la idea de que no solo somos lo que uno piensa de sí mismo, ni tampoco lo que otra persona piensa sobre nosotros. Si no, que somos la fusión de ambos pensamientos. Una idea profunda, controvertida y cierta. ¿Cómo surgió adentrarte en este concepto?
A. B. – Pues por primera vez las canciones no tuvieron un orden posterior, es decir, se fueron creando conforme están en el disco, con el mismo orden de track list. Creo que es lo más diferente a la hora de haber hecho el disco si lo comparo con los proyectos anteriores. Un mes atrás, escuchaba el álbum y me daba cuenta de que hay una parte, que es muy evidente, en la que por primera vez habló de mí.
M. T. ¿Se podría ‘separar’ en dos partes distintas el álbum?
A. R. – Siento que ‘digna de ti’ y ‘creí en ti’ (segunda y tercera canción del álbum) no hablan del todo de cómo me sentía yo, sino que a partir de la mitad del álbum empiezo a hablar desde mi perspectiva. Aun así, luego hay muchas otras canciones en las que estoy hablando de mí, pero desde la perspectiva de otra persona, como en ‘no soy tu hombre’. Es el hecho de decir: ni siquiera soy yo, ni todo lo que fui contigo voy a ser yo, ni me va a representar; porque seguramente haya reaccionado de una manera muy distinta contigo a cómo soy yo por los momentos y el contexto que estábamos viviendo.
M. T. – ¿Entonces hay una finalidad en el hecho de que el álbum cuente con esas dos visiones?
A. R. – Quería explicar que a pesar de que se piense que el amor es todo lo que conozco y de todo lo que hablo, que eso es evidente porque en mi discografía está presente siempre; el amor puede tener muchas perspectivas y muchos subtemas como son: la dignidad, la creencia de las realidades, lo que es uno y lo que deja de ser cuando deja de estar con otra persona y de lo que piensa el resto de gente sobre lo que está sucediendo cuando en realidad la intimidad es lo único que realmente se conoce.
Por eso se acaba el disco así, hablando de lo que una tiene dentro, de lo visceral, de lo que siempre tienes en bucle, lo que siempre tienes presente. Al final del álbum también se adentra un poco en lo que se dice en ‘digna de ti’ al principio: El amor que tú recibes tampoco habla del todo de ti. Lo que realmente habla de ti es el amor que tú estás dando y la manera en la que tú te comportas. Es decir, por mucho que tú pienses que vas a ser digna de alguien, eso no es lo que te define. Cómo lo recibes sí, pero lo que recibes no. Ese es el hilo entre todas las canciones.