Artesanía vs. Fast Fashion: el valor de la ropa “hecha a mano”

En una industria marcada por la dualidad, donde el consumo de moda rápida convive con propuestas sostenibles, la artesanía va (poco a poco) ganando terreno. Este equilibrio frágil entre ambas abre un debate en el que no sólo se tiene en cuenta la calidad de lo que se produce, si no también las condiciones en las que se ha hecho. 

Artesanía vs. Fast Fashion

SS22 Altuzarra vía Vogue Runway

Se estima que la plataforma online Shein facturó 22.700 millones de euros en 2022. Una cifra que describe la demanda de los consumidores: precios bajos, sacrificando en muchas ocasiones características como la durabilidad o la calidad de las prendas. 

Sin embargo, echando la vista hacia atrás, a partir de 2020 (concretamente desde la pandemia de COVID-19) las opciones se ampliaron dejando hueco para algo más. El DIY comenzó a estar en auge como consecuencia del confinamiento, sumado al contenido creativo compartido en redes sociales y a una mayor concienciación con el medio ambiente. De este modo, se generó un movimiento a favor de lo artesanal. 

Artesanía vs. Fast Fashion

SS22 Loewe vía Vogue Runway

Ejemplo de ello son algunas de las colecciones que han surgido desde entonces, como SS22 de Altuzarra y de LOEWE, en las que se utilizaron materiales como el crochet o estampados tie dye. Haciendo referencia a esta última firma y a su historia con la marroquinería, el director creativo Jonathan Anderson no duda en asegurar que “la artesanía es la esencia de LOEWE. Aquí es donde radica nuestra modernidad, que siempre será relevante”.

Artesanía vs. Fast Fashion

Jacquemus vía Vogue Runway

Encarnando este espíritu y rescatando métodos de fabricación, lo “hecho a mano” aporta diferenciación dentro del sector. Creando piezas únicas, la producción en cadena se sustituye por procesos de realización más cuidados y relacionados con una mayor calidad. 

Muchos diseñadores han puesto en valor esta nueva forma de hacer, uniendo tradición y actualidad a través de sus raíces personales. Aquí entrarían Palomo Spain o JACQUEMUS, con los que no pasa desapercibida la costura en talleres, ni el uso de texturas como la rafia o el lino. 

Otra clave de esta oleada es la reutilización, con el emprendimiento de jóvenes en proyectos que agrupan todos estos valores. Es el caso de Paula Pinazo con Cosset, creando corsés a partir de retales de telas de fallera y dándoles una segunda vida. 

No obstante, la artesanía no sólo está presente en la moda, si no que también pueden encontrarse joyas con estas características. Es el caso de PetiteA de Anaïs Llop Nexon, cuyo material principal es el vidrio. Con colecciones pequeñas y un stock limitado en cada una de ellas, demuestra una fabricación consciente. 

Bajo el reclamo de obtener piezas “a medida y por encargo”, encontramos elementos como la personalización, la sostenibilidad y la garantía de unas condiciones laborales óptimas para los trabajadores, que hacen que la artesanía no sólo vuelva a estar en el punto de mira, si no que se convierta en un pilar fundamental para una producción responsable

Ángela Moreno Vallejo @amorenva