Todas las imágenes por Mathieu Pernot
La fotografía documental de Pernot traslada las vivencias y formas de vivir de quienes protagonizan sus imágenes. Gitanos, desplazados o víctimas de conflictos bélicos se fusionan con fondos de archivo para crear un punto de vista único.
El juego de la temporalidad representa un gran papel en una de las colecciones más importantes de la muestra, “Los Gorgan”. En 1995 inició una relación, aún duradera, con la familia gitana Gorgan, quien capitanea varias de las series de su trayectoria. Así, cada miembro de la familia lidera imágenes únicas que cuentan su historia y vivencias a través del paso del tiempo gracias a la utilización del blanco y negro como marcador de distancia. Una fusión del pasado y presente que da a conocer mucho más que una cuestión étnica para llevarnos hacia la emoción y la personificación de sus integrantes. De esta forma, somos capaces de formar parte, incluso, de las historias y personalidades de los individuos para crear una relación de cercanía con estos, pese a sus particulares costumbres y formas de vivir, gracias a los ojos y lentes del autor.
Un miembro de la familia también figura en “Los que gritan”, una serie que teatraliza los gritos de individuos que llaman a familiares que residen en las cárceles de Marsella, Aviñón y Barcelona. Clamores que elevan el juego de perspectiva de Pernot para llevar el sentimiento de lejanía hacia un ser querido a la pura belleza escénica.
Mathieu Pernot Johny, de la serie Los Gorgan, Paris Musées / Musée d’Art moderne © Mathieu Pernot
Esta visión también contrasta tradición con vanguardia en otra de las colecciones mostradas en la exposición, “El Fuego”. En esta, aparece la familia contemplando un resplandeciente fuego, transmitiendo una clara sensación de peligro. La emoción del espectador cambia cuando se da cuenta de que el propósito de las llamas es la tradición familiar de quemar la caravana donde vivía un componente del clan recientemente fallecido. De nuevo, el talento óptico de Pernot es capaz de transformar el punto de mira del espectador
Un contraste que tiene mucho que ver con la sociedad donde nació Pernot (Fréjus, Francia, 1970), donde la marginalización y su condena está en pleno auge. Una batalla que lleva activa desde hace más de tres décadas debido a significantes olas de inmigración después de la Segunda Guerra Mundial provenientes desde Argelia y África Subsahariana para la reconstrucción del país. En los 90, debido al racismo y en consecuencia exclusión, el conflicto salió a la luz a causa de las reducidas inversiones del gobierno para la integración de los nuevos ciudadanos franceses. Los altercados llevan activos desde entonces y se han llegado a radicalizar, incluso, este pasado año a causa del asesinato de un jóven argelí el pasado 27 de junio por el tiro de un policía.
El gobierno francés tomó medidas drásticas como el toque de queda o prohibición del ocio nocturno y transporte en “zonas peligrosas” después de los disturbios masivos producidos en el país.
La trayectoria histórica del lugar de procedencia del fotógrafo contrasta con su voluntad y obra para relatar, de forma experiencial y documental, la realidad de los márgenes de la sociedad y dar así, cara y ojos a quiénes los han tenido siempre pero nunca han sido vistos. De esta forma, la única perspectiva de Pernot para contar conflictos se destaca en sus obras gracias a la personificación de estos, y por ende, la consecuente comprensión del público. Una historia de amor donde el público llega a entender la gran (y única) relación del artista con los sujetos fotografiados, acabando -inevitablemente enamorados de la peculiar familia Gorgan.
Irene Marsal @irene_marsal
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