Toda exposición tiene el rumbo marcado, ese recorrido ideado por el artista para que su obra tome sentido. A menudo con un inicio y un fin marcado o, a veces, sin un rumbo muy marcado, ese para descubrir mientras se pasea. Esta vez, en Bate Social, el espectador entra en una exposición de la que habrá de apropiarse de las señales para revelar el camino de vuelta a casa. Es “Cinco minutos y vuelvo” del artista Andrés Aparicio.
Del 16 de noviembre al 2 de diciembre, Bate Social Store acoge al joven artista de Villarasa (Huelva), en una propuesta que nos revela lo importante que es el contexto en su obra. ¿Cómo lo hace? Elaborando caminos físicos que sitúan al espectador en el punto concreto, la circunstancia adecuada para poder entender desde dónde y para qué finalidad crea el artista.
Andrés Aparicio se permite jugar con la obra, tal y como lo hacen las ciudades con las señales, y de esta manera le da al público la libertad o la tarea de apropiarse de las señales adecuadas para volver a casa. Eso sí, ya no solo con la senda que se abre entre estos señales, sino con los recuerdos que se establecen en nuestra memoria: Para Aparicio, el viaje a Palermo le da pie a “la contemplación casual de una gran lona roja, desplegada cada mañana por los trabajadores del mercado; una lona sin ninguna pretensión estética, pero de una profunda belleza involuntaria”. El artista andaluz la pinta en múltiples ocasiones para preservarla y recordarla detalladamente.
Con veintisiete años, Andrés Aparicio entró a estudiar Bellas Artes en la Universidad de Sevilla y más tarde, en 2019, viaja a Palermo. Allí descubre su ingenuidad y su espontaneidad, sus colores brillantes o sus contrastados. Con padres artesanos, Aparicio cuenta con una obra pictórica muy consciente del quehacer mismo, reflejando en su capacidad para innovar y jugando con sus límites.
Mariona Tijeras @marionatijeras
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