Gucci FW23 autobiografía, herencia y pasado ¿homenaje o reincidencia?

Mezcla de estilos y disparidad entre unos looks y otros, la nueva colección de Gucci nos ha dejado expectantes de lo que está por venir en la firma. El desfile que ha representado la transición hacia una nueva dirección creativa de la marca, ha dejado las expectativas y la incertidumbre servidas.

Imágenes vía Vogue Runway

Tras la marcha y el cierre de ciclo de Alessandro Michele en la firma con su última colección SS 22/23 bautizada como ‘Twinsburg’ y en la que literalmente desfilaron parejas de gemelos, el nombramiento del nuevo director creativo de Gucci, Sabato de Sarno, todavía nos tiene –y nos tendrá– en vilo hasta la próxima colección de primavera-verano. La identidad estética que Alessandro, el diseñador italiano, ha conseguido transmitir a la marca durante los siete años que ha estado al mando de la dirección creativa es algo indiscutible, la pregunta es, ¿qué debemos esperarnos ahora?

Todavía tendremos que ser pacientes durante unos meses para saberlo. De momento, el foco de atención ha sido el desfile del pasado viernes 24 de febrero a las 14:00 horas en el que Gucci presentaba su nueva colección FW 23/24 Womenswear que no ha quedado exenta de opiniones. La pasarela, que tuvo lugar en la Viale Mecenate, 77 destacó, en rasgos generales, por la mezcla de estilos y etapas que ha vivido la firma italiana. 

La colección pasa de un extremo a otro contando con la sastrería más clásica de Gucci, ínfimas prendas dignas de Tom Ford y looks más excéntricos que pretenden transmitir el espíritu de Michele.

Denominado como un desfile de transición mientras no conozcamos la propuesta de Sabato, el equipo creativo ha hecho un recorrido por las etapas más características por las que ha caminado Gucci desde sus inicios, pasando por el icónico Tom Ford, hasta la excentricidad de Michele. Una intención que parte de querer mostrar un concepto autobiográfico haciendo eco de la herencia y el pasado de la marca.

El espacio elegido, de dimensiones rectangulares, llamó la atención no solo por el acentuado color verde pistacho del suelo y las paredes en contraste con tonos grises, sino por las dos áreas circulares hundidas en el medio del recinto a las que se accedía bajando unas pocas escaleras y que estaban reservadas para las celebridades más sonadas. Un redondo front row ocupado por Dakota Johnson, A$AP Rocky, el cuarteto Maneskin, Florence Welch y Julia Garnet, entre otras personalidades.

Vía Gucci

Sin embargo, no era necesario estar en primera fila para dejarse sorprender por los looks de esta nueva colección. Las modelos salían de varios ascensores repartidos a lo ancho del espacio y el desfile comenzó por todo lo alto, ya que, su first look, fue uno de los más sonados de la Milán Fashion Week. Ideal si el objetivo era no pasar desapercibidos.

Portada de prácticamente todos los medios de comunicación este primer look llamó la atención en especial por la prenda superior, un raquítico bralette de cadena plateado con el logo de la doble G de la marca en pedrería combinado con una falda maxi de satén y unos guantes de piel, ambos en color negro. Muy similar a uno de los looks de la colección SS de 1996 de Chanel.

Y aquí vino una de las primeras críticas, no tanto por las escasas medidas del bralette, que, en parte, también, sino por la extremada delgadez de la gran mayoría de las modelos

Cuestión que ya empezó a preocupar en el mundo de la moda hace unos meses con la vuelta de la estética Y2K puesto que el regreso no solo se ha centrado en las prendas y el estilo (hasta aquí todo bien), sino también en los tipos de cuerpo, poniendo de nuevo en el punto de mira el “heroin chic”, la corriente estética que se popularizó en los años noventa caracterizada por la extremada delgadez, los rasgos demacrados y la palidez. En otras palabras, un aspecto que, aparentemente, lucía insano. Es por ello que, tras años de lucha contra aquel movimiento para promover todos los tipos de cuerpo tanto en pasarela como en campañas, este hecho ha generado cierta suspicacia entre el público. Aunque Gucci no ha sido una maison aislada en este aspecto.

Volviendo a los looks, hemos podido ver todo tipo de texturas, tejidos y formas. Transparencias, abrigos de pelo, sastrería, lentejuelas, piel, satén… 

Quizás demasiadas ideas no muy acertadas en conjunto, pero en este sentido no ha de pasar desapercibido el hecho de que se trata de una colección de transición, por lo que la intención de plasmar el recorrido de Gucci a lo largo de los últimos años no se ha alejado tanto de la realidad.

Uno de los accesorios que más se ha repetido es la reedición del horsebit. Sin duda uno de los bolsos más vistos en la colección en diferentes colores, tejidos y estampados.

También hemos podido ver varios looks atemporales tratando de unirse a la tendencia de la no tendencia, con prendas básicas como unos jeans, una camisa blanca, un trench o un conjunto de traje.

Y, por supuesto, varios guiños a la época en la que Tom Ford lideró la dirección creativa. Momento que supuso una gran revolución en la industria de la moda y en la propia firma ya que, acostumbrados a los típicos tonos tierra y prendas lisas o con el logo de Gucci, el americano subió la marca a la cima de la transgresión con looks llenos de transparencias, satén, terciopelo, cuero o mini prendas. La sexualidad elegantemente explícita fue su sello y su principal guía durante su paso por Gucci. 

Podríamos decir, por tanto, que la colección es un homenaje reincidente a la historia y archivo de la marca en la que el equipo creativo se ha inspirado. Lo cual denota la importancia, la personalidad y la fuerza que tiene la figura del director creativo en una casa de moda. Por lo de pronto, tendremos que esperar a ver cuál es el legado que De Sarno nos deja en Gucci.

Sara del Río @saradrh