Humana, Mary Quant y el zeitgeist de la nueva década

Si las grandes avenidas neoyorquinas eran el reflejo de las tendencias en los años 90, en el 2022 lo es TikTok. O mejor dicho, #tiktokfashion. Tan solo bastan 5 minutos haciendo scroll para ver cientos de videos relacionados con la compra de ropa de segunda mano. Bajo los hastags #thrifting, #thriftshophaul o #thriftingfinds se reunen cientos de videos de jóvenes recorriendo tiendas llenas de prendas huérfanas, rebuscando entre burros atestados, hauls de ropa  “thrifted” – en castellano, ropa de segunda mano – y videos recopilando los mejores consejos para ir de thrifting, todo ello, regado de una gran romantización y una clara nostalgia por una época que no han vivido.

Lo cierto es que este fenómeno responde a unos acontecimientos actuales muy concretos. El zeiteist  del momento – en alemán, espíritu de la época –, está claramente marcado por el actual contexto vital; una sociedad postcapitalista marcada por una gran crispación social, un futuro desesperanzador, una economía frágil, una pandemia que ha hecho estragos y un cambio climático claramente indetenible.

“La moda es siempre un espejo de los procesos sociales. Para que haya cambios en el vestir es necesario que los elementos exteriores lo conviertan en necesario” dijo el diseñador Helmut Lang. Lo cierto es que esto es así, solo hay que pensar en cómo los acontecimientos sociales han influido en los patrones de compra de los consumidores y en las formas de vestir que se han ido adoptado a lo largo de las décadas. Toda la ropa que usamos tiene un entramado político y social detrás, ejemplo de ello son las minifaldas. En los años 60 llevar esta prenda era un acto político que mostraba la disconformidad de la chica que la llevaba con un sistema conservador que la reprimía.

La diseñadora londinense Mary Quant, a su lado, una modelo una modelo luce uno de sus diseños, 1960.  Credit: Getty Images, Mondadori Portfolio.   

El estilo grunge de los 80 – tendencia este verano –  surgió como símbolo de rechazo a la sociedad ultracapitalista y consumista del momento. En la actualidad hemos normalizado el uso de ciertas prendas que en su momento eran algo contracultural.

Kurt Cobain y Courtney Love, icónos del estilo grunge, 1993.  Credit:  Terry McGinnis, WireImage. 

Como todo movimiento underground, este acaba siendo engullido por la cultura pop y absorbido por los tentáculos del capitalismo, y la tendencia de la ropa de segunda mano no ha sido menos. Según la consultora Brain&Co. se espera que este mercado llegue a alcanzar un valor de 83.000 millones de euros en 2030, no solo superando al valor pronosticado para el mercado del fast fashion, sino duplicándolo. Entrando más en detalle, el mercado de artículos de lujo de segunda mano se valora en 33.000 millones de euros, firmas como Gucci o Alexander McQueen ya han creado sus propias plataformas en las que vender parte de su archivo y marketplaces como Vinted, Vestiarie Collective o Ebay se han vuelto apps tan imprescindibles para un Gen Z como lo es Instagram o TikTok. Incluso artistas y celebrities como Dua Lipa, Bella Hadid o Zendaya acuden a actos públicos con piezas de archivo de las grandes casas de moda. 

La artista Dua Lipa luciendo un vestido Versace de la colección Fall 1992 ready-to-wear en la gala de los premios Grammy, 2022.   Credit: Amy Summan, Versace. 

Todo esto, además de ser una clara muestra del contexto actual, pone de relieve, de nuevo, nuestra tendencia a la nostalgia y a añorar épocas pasadas. La nostalgia nos ayuda a escapar de la realidad y nos aporta calma y felicidad, en épocas malas recordar tiempos mejores nos ayuda a mantener la esperanza en el futuro y resistir.

Que las tendencias son un reflejo de la sociedad es evidente, por lo que que cientos de jóvenes salgan a la caza de tesoros vintage a precio de saldo no es casualidad. Es muestra de que vivimos en un momento de individualismo exacerbado y síntoma de que necesitamos echar la vista atrás y reconfortarnos en lo momentos felices ya vividos.

En los años 50, se llevaban los años 20, en los 80, los 60 y en los 2020, los 2000. Lo antiguo es lo contrario a la novedad y por lo tanto, novedad. En definitiva, mi camisa de Humana de 3 euros es, hoy, lo mismo que una minifalda de Mary Quant en los sesenta.

Esteban Adamuz  @esteban.adamuz