La Manso, un viaje de cero al imperio de las joyas de plástico

Es probablemente la marca de joyas de los últimos años. Unir el plástico como material principal con la alta moda y mantener un precio asequible no es fácil. Pero sí posible. La Manso es un proyecto internacional que ha pasado por las manos -literalmente- de artistas como Miley Cyrus o Bella Hadid. Su creadora, Adriana Manso, se encuentra asentando el proyecto de su vida, buscando unas bases estables que le permitan explorar nuevos caminos artísticos y vías de expresión. La Manso son más que joyas. Y no porque esté explorando nuevas inquietudes, que también, sino porque hoy día conseguir lo que ha logrado es pensar en grande. Hemos hablado con ella y esto es lo que nos ha contado.

revista revista: Cuéntanos, ¿Cómo surge el proyecto? ¿De dónde nace la  manso?

Adriana Manso: Creo que se nace emprendedor, no se hace. Antes de empezar con La Manso yo trabajé en el Liceo, en la ópera de Barcelona. Estudié ingeniería e iluminación de espectáculos y también hacía las escaletas de música, hacía de paraguas de todos los proyectos creativos e intelectuales que me interesaban. Allí comencé a trastear con piezas y accesorios y me di cuenta de que meter bolitas era algo complicado, mientras que pegar unas cosas con otras era más rápido y me generaba el efecto buscado más rápido. 

Si no has estudiado las bases del diseño es complicado, no es tan sencillo como coger y pegar y desde el primer anillo hasta lo que vendemos hoy hay mucho trabajo detrás. Por un lado está esa parte creativa y por otro lado la empresarial, por así decirlo. Antes de La Manso probé con dos proyectos, uno de bisutería y uno de venta de artículos vintage de lujo. Hace 5 años, fue algo muy ambicioso y no tenía los medios para llevarlo a cabo, pero me sirvió para calentar motores. Como emprendedor, es bueno dejar ir ideas que te gustan mucho, pero que no te van a llevar a ningún lado.

La balanza entre empresario y creativo es el goal, dejar ir lo que solo funciona en tu cabeza. Empecé a crear joyas con mi abuela, pero falleció y pasé una crisis de ansiedad muy fuerte. Comencé a recuperar piezas antiguas de plástico y así nació.

R.R. – ¿Crees que fue necesario pasar por este proceso y proyectos para llegar a tu marca actual?

A. M. – Cuando hablo con gente joven, todos quieren crear una marca de lujo. Y es como ostras, realmente quieres hacer lo más elevado. Yo encontré un sitio muy cómodo y bonito que era colocar una pieza de plástico al lujo. Algo que solo podían hacer Chanel o Gucci en su momento, en los 70 u 80 con las primeras piezas de metacrilato, que tenían unos costes muy elevados por entonces. Haber encontrado el lugar de un precio caro pero asequible para quien pueda y quiera permitírselo, ahorrando o por un cumpleaños me ha permitido conectar con un público joven con mucha ambición. Se ha vuelto una marca de lujo muy interesante para las tiendas porque es más asequible. Un caramelo.

“Había una necesidad de ese cambio en el mundo de la joyería”.

R. R. – Se lo hemos visto a perfiles a nivel global como Bella Hadid, ¿te lo imaginabas? 

A. M. – Era un sueño. Ahora me estoy calmando un poco, pero pasé un año y medio en el que cada cosa que me pasaba era mejor que la anterior y gestionar eso es jodido. Todo fue muy rápido y al final ahora estoy haciendo un trabajo de consolidación. Trabajé mucho para conseguir el respeto de personas que se dedican a otra cosa, pero que te ven de igual a igual. No son tan distintas a cómo soy yo o tú, ni les gustan cosas tan diferentes. La conexión es sencilla y hay muchas ganas de darme feedback sobre el producto. Es una relación muy cercana, no diría de amistad, pero sí con muy buena onda.

R. R. – ¿Cuál es el punto de inflexión?

A. M. – Creo que realmente fue el videoclip de Miley. Era algo que no nos esperábamos y que llegó de forma muy orgánica con un estilista que nos lo pide como un perfil pequeño con potencial. Iba al lado de piezas de Yves Saint Laurent o Chanel y colocar una pieza nueva al lado y con ese mérito de decir joder, soy yo el que lo ha puesto ahí. Había una necesidad de ese cambio en el mundo de la joyería. No es que yo tenga unas habilidades únicas, sino que ya se pedía un cambio. Yo revisité lo que ya había y le di una vuelta, se ha creado una tendencia y eso es bueno y malo para mí. Pero al final hemos colocado algo de lujo cuando yo no podía pagarme un anillo de Chanel de 400 euros. No había esa capa media. 

R. R. – ¿Cómo sobrellevas las réplicas y el hecho de que te copien?

A. M. – Pues sinceramente al principio me molesté un poco, pero como soy muy chula y no me pega nada enfadarme conmigo misma asumí un poco la situación. En una entrevista para Vogue US me dijeron “if you are in Aliexpress you made it”. Luego una amiga afincada en París y que proviene de un barrio de las afueras me decía que le veían los anillos y le preguntaban si era uno real, como si fuera algo que generase esa duda. No es fácil conseguir este efecto y al final me siento muy orgullosa de lo que he creado. 

Creo que la persona que me compra a mí o que compra en SheIn es un target totalmente diferente. Ambas son súper respetables. Yo siempre digo que hay dos tipos de personas: a la que le gusta descubrir y quienes necesitan que alguien les diga que algo está de moda para que le gusten. Normalmente al segundo tipo cuando el producto se convierte en mainstream lo rechaza. Es algo súper orgánico que esto pase para que unos tomen el relevo de otros. Pero es duro. Parece que todo lo que hagas tiene que ser espectacular y al final es complicado superarte. Vienen grandes colaboraciones este año, cosas que me dan mucha credibilidad y tranquilidad como diseñadora.

R. R. –  Después de un museo en París, petándolo en Nueva York, ahora en Madrid… ¿dónde podremos verte físicamente?

A. M. – Pues este formato pequeño de pop-up store nos gustaría rodarlo un poco por Europa. ¿Berlín, Ámsterdam? Hay muchas posibilidades y estamos teniendo en cuenta los ratios de venta y la demanda. Si tenemos la capacidad de repetir lo que ya hemos hecho la intención sería hacer algo tan grande como Nueva York en lugares como Londres, Roma o Milán. Para ello queremos lugares de corriente cultural. Fundación Prada sería increíble, por si me pueden escuchar desde aquí -risas-. Un Dover Street Market… Sitios que hagan converger intereses.

R. R. – Hemos visto anillos, collares, cinturones y bolsos. ¿Qué nos puedes adelantar?

A. M. – Este año decidí hacer una jornada de reflexión con todo el equipo para pensar de dónde venimos, dónde estamos y a dónde vamos. Nos paramos, nos juntamos para hablar y lo plasmamos de forma física. Queremos trabajarlo a largo plazo. Hay una colaboración muy cerrada y otra que está por venir,  estoy muy ilusionada. Además, de forma paralela queremos una colección propia donde seguramente podamos ver piezas de ropa, calzado, bolsos… Queremos iconizar ciertas piezas y buscar nuevos materiales. 

R. R. – ¿Y el plástico?, al final es mega representativo de la marca.

A. M. – Es la esencia. No como detalle, queremos seguir apostando por él como tecnología de materiales. Los zapatos de Bottega Veneta son de goma y son una maravilla. Seguramente en su producción se contamina mucho menos y están hechos en Italia. Yo produzco en España y en Italia, todo tiene pros y contras. 

“Mi lema era ‘plastic is fantastic’. Me llovían las críticas porque creo que le argumento es fuerte”.

R. R. – Es un tema complejo. ¿Cómo llevas las críticas por el uso del plástico?

A. M. – Está muy demonizado, y lo entiendo. La provocación al final me funciona, sobre todo al principio. Mi lema era ‘plastic is fantastic’. Me llovían las críticas porque creo que le argumento es fuerte. Al final creo que el problema es el uso de plásticos de un solo uso, no en los productos para la eternidad. Las cosas se pueden romper, por supuesto, pero al final si tiras un anillo de plata al mar dura más que uno de La Manso. Son 100% reciclables, los puedes tirar directamente al contenedor amarillo y mañana es otro producto nuevo.

R. R. – ¿Cuál es tu pieza favorita?

A. M. – Seguramente mi hijo prodigio sea el anillo de 5 piezas. El niño de mis ojos y, sin duda alguna, la pieza más icónica de La Manso. Es el más versátil y el modelo que creo que no morirá nunca. Si hay una constante evolución no tiene por qué dejar de estar de moda.

Gara Argones @garargones & Mario Mondejar @mariomondejar_