La odisea estética femenina está en los bolsillos

Nunca un trozo de tela tuvo tanto que ver con la igualdad

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¿Alguna vez has querido meter algo en los bolsillos y has visto que era uno fake? ¿Se te
quedan pequeños los tuyos? ¿O es que simplemente tu ropa no tiene ni uno? Si te vistes con ropa femenina esto te ha pasado, te pasa o te pasará más pronto que tarde. Y es que los estilismos femeninos no siempre, o casi nunca, llevan bolsillos (salvo que sea un pantalón).

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Si da la causalidad de que sí, estos serán pequeños, escasos o falsos. Pero la gran pregunta es ¿Por qué? ¿Qué dicen nuestros bolsillos sobre la igualdad de género? Y aunque esto pueda parecer una exageración, un estudio realizado en 2018 nos ofreció datos reales sobre las diferencias en los bolsillos. Los femeninos eran (y son) un 48% más cortos y un 6,5 más planos que los masculinos. ¿Casualidad?

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Bolsillos. Pequeños remates de tela que ocultan, guardan, protegen y cumplen una función básica: la de portar nuestras cosas. Llaves, monedas, un gloss o simplemente un papel. Simple y llanamente funcionales.

Desde que Coco Chanel estandarizó el pantalón como prenda femenina, las mujeres hemos ido perdiendo considerablemente nuestros bolsillos. Para bien o para mal, la Segunda Guerra Mundial permitió a las mujeres acceder a algo que hasta entonces no había estado permitido: los puestos de trabajo. Esto hizo que las mujeres necesitaran algo más: prendas funcionales, que no solamente estéticas. Practicidad y funcionalidad aunaron fuerzas para hacer de la ropa femenina algo cómodo con lo que poder trabajar.

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Tras esa pequeña conquista la moda cambió y se ultrafeminizó. Y una vez más las mujeres nos vimos con las manos solas, sin lugar donde dejarlas ni dejar nuestras cosas. En este cuento sobre telas y escondrijos cabe destacar dos factores muy importantes: los bolsos y el coste. Una prenda con bolsillos es más cara de producir. Y el símbolo de estatus que apareció en los noventa, llamado bolso de lujo, tampoco favoreció mucho al sector bolsillero. Y es que en los noventa aparecieron los bolsos icono por excelencia: el Fendi Baguette, el Birkin de Hermès, el Lady Di de Dior o el bolso Cleo de Prada.

El debate, sin embargo, no está en un “bolso vs bolsillo” si no en el hecho de que la ropa tradicionalmente masculina tiene muchos más bolsillos que la femenina. Al vestirte con ropa masculina podrás siempre contar con un confiable bolsillo en el que guardar tus pertenencias. Con la femenina es un tira y afloja, una lotería. A veces sí, a veces no, a veces a medias. Tal vez entre una moneda, pero nunca una mano.

La pregunta siempre será por qué algo tan sencillo y que facilita la vida tiene género. Algo que también se preguntó, muy probablemente, la inigualable Diana Vreeland cuando se le ocurrió publicar un número entero de Harper’s Bazaar en honor a los bolsillos. Claro está, el proyecto nunca salió adelante, ¿Qué dirían los anunciantes de bolsos?

La desigualdad radica entonces en el pensamiento de que todas las mujeres preferimos un bolso a un bolsillo, la estética a la funcionalidad, lo liso a la practicidad. ¿Acaso no pueden ser los bolsillos estéticos, bonitos, a la moda?

Y probablemente, fue eso también lo que pensaron los diseñadores de moda, y muy indudablemente Miuccia Prada, en la temporada SS23. La era de los bolsillos. Una idea tan simple que fue, y es, a la vez, revolucionaria. Tanto como en su momento lo fue la idea de Coco Chanel o Diana Vreeland. Y no eran bolsillos normales. Si no XXL. Y no había ni rastro de bolsos. Miu Miu, Sacai, Louis Vuitton, Isabel Marant, Prada, Diésel, Burberry… Los bolsillos y el glam utility femenino han vuelto con fuerza y lo único que queda preguntarnos es si es para siempre. ¿Habrá cambiado la moda por fin? ¿Han llegado los bolsillos para quedarse en la ropa femenina?

Nunca un bolsillo dio tanto que hablar, ni tanto que decir, sobre la igualdad en la moda y mucho más allá. Al fin y al cabo, la moda trasciende, iguala, refleja y nos plasma como somos. Cada uno y en sociedad. Y quizá, el hecho de que por fin tengamos bolsillos, ya no sea solo cuestión de utilidad o igualdad, si no de libertad.

Xiana Fernández @xianafernandezz