Su obra, repleta de referencias a la mística femenina y a la poesía de la Generación del 27, está cargada de una fuerte simbología y una inclinación hacia encontrar belleza en lo grotesco. Se aprecia a través de sus lienzos el interés de la creadora tanto por movimientos artísticos históricos como contemporáneos mientras desarrolla un lenguaje visual propio; unos códigos que abarcan desde la vulnerabilidad hasta la otredad, pasando por la experiencia femenina y la familiaridad.

Estamos hablando de una pintora en la que el pensamiento tiene un poder mayor que la emoción, y sus piezas son más un reflejo de estados mentales que emocionales. Nos presenta con esta exposición un escenario lejano, un universo aún por descubrir, un mundo onírico en el que adentrarnos. Ella busca, a través de su producción, encontrar explicaciones poéticas de hechos u objetos que a primera vista podemos no terminar de asimilar del todo. Lo que no se ve fácilmente en una situación nos permite apreciar lo que sí vemos.

Además de la propia artista, en la inauguración se contó con una charla guiada con la escritora y crítica Elizabeth Duval y con la historiadora del arte Anna Enguix, así como música en directo de los músicos Juan Feduchi y Amore.