Marcas de celebrities e influencers: ¿triunfo asegurado o consecuencia del capitalismo?

La transformación por parte de las celebrities e influencers de imagen de marca a empresarias, ha derivado en la búsqueda continua de autenticidad y calidad, pero sin olvidar ni dejar de lado, la obtención de beneficios

Después del triunfo colosal de Kylie Cosmetics, la ya multimillonaria Kylie Jenner, ha lanzado su marca de ropa “sostenible” Khy. La hija menor del clan Kardashian – Jenner se convirtió hacia 2015 en pionera del afán empresarial de las celebrities. A ella se le unió Rihanna, que en 2017 sacó al mercado Fenty Beauty, una marca de cosméticos que caló desde el minuto uno al público más exigente debido a la gran calidad y la amplia variedad tonal de sus productos.

Esta corriente ha desembocado en que el rol ‘artístico’ se aparte a un lado, como es el caso de la cantante barbadense, la cual no lanza un álbum desde 2016, para en consecuencia, dedicar la totalidad de su tiempo a la actividad corporativa. Bajo el cargo de estos grandes imperios corporativos, se encuentran grandes equipos con planes estratégicos que no permiten la participación de pequeñas marcas que, seguramente, ofrezcan un producto de mayor valor y sin ningún tipo de lucro.

La consultora de belleza de la firma Euromonitor, Gabriella Beckwith, señalaba: “Las celebridades son cada vez más conscientes del rápido beneficio económico que puede reportarles, ya que pueden sacar rendimiento de la gran base de fans incondicionales que tienen por internet y usar sus páginas en redes sociales como plataforma de marketing”.

Con la saturación de mercado con este tipo de marcas, ofrecer un producto original y de buena calidad cada vez es más complicado. Sin embargo, ¿están ofreciendo estas firmas alguna novedad para el consumidor? Selena Gómez y Hayley Bieber son dos personajes públicos que también se han unido en los últimos años a la tendencia de crear su marca personal. Rare Beauty y Rhode respectivamente, ofrecen una gama de cosméticos con estilo minimalista, y que han acrecentado la clean girl aesthetic.

Parece ya estipulado como el siguiente paso a dar en la carrera profesional de muchas artistas, o de influencers, para las cuales resulta lógico este tipo de negocio ya que su trabajo se desarrolla entorno a su imagen. En nuestro país, la empresaria Inés Arroyo dio vida en 2019 a Laagam, un ambicioso proyecto que ofrece moda de lujo pero asequible para el día a día. 

Como influencer convertida en diseñadora podemos reconocer el recorrido de Anne Laure Mais, creadora de Musier Paris, fan incondicional del confort y del lujo silencio, y que con sus diseños ha conseguido expandir el estilo parisino a toda Europa. “Siempre quiero crear piezas eternas, por lo que no sigo las tendencias como tal, sino que me gusta reinterpretarlas. Así, decidimos evitar los bolsillos laterales en nuestros pantalones cargo, para hacerlos más ponibles para nuestros clientes más mayores. También más deseables para los más jóvenes”, declaraba a Vogue España.

Por otro lado, para la considerada primera influencer, Chiara Ferragni, su marca The Blonde Salad tras 14 años de su creación engloba una web de noticias y un blog personal, dos elementos que se suman a la comercialización y expansión de la identidad propia.

Entonces, ¿hasta qué punto va a llegar este sector de la industria?, ¿son fieles estas marcas a una identidad concreta o simplemente cumplen con los estándares del mercado?, y, ¿interesa más el producto o la cara famosa que lo patrocina? Seguramente estas dudas solo se podrán resolver con el tiempo, para descubrir si esto es una moda pasajera, o simplemente es el futuro empresarial que nos espera.

Lidia Recacho @lididarecacho