Si hay algo en lo que estemos todos de acuerdo esta temporada es en la predominancia del leopard print. Ya desde las pasadas fashion weeks se veía venir un boom de este tipo de animal print. Sin embargo, las expectativas se han visto superadas por la realidad, una vez más.
Es curiosa, eso sí, la historia de este estampado. Desde sus humildes orígenes hasta su resurgimiento actual, este icónico patrón ha demostrado ser atemporal y versátil, así como una tendencia cíclica que siempre vuelve, tarde o temprano. Con distintas interpretaciones y distintas intenciones pero siempre acechando en la esquina.
Si bien los inicios del leopard print no tienen mucho que ver con la industria de la moda, ahora mismo no lo utilizaríamos en otro ámbito. Los orígenes del mítico estampado se remontan al siglo XVI, cuando las pieles de leopardo formaban parte de los uniformes del ejército polaco. Más tarde pasaron, por allá por el siglo XX, a formar parte del vestuario de la alta sociedad, pasando a ser un símbolo de estatus. Te sonarán, por supuesto, las imágenes de actrices como Marilyn Monroe y Elizabeth Taylor luciéndolo. De esta forma se convirtió en un símbolo de elegancia y sofisticación. El leopard print saltó a la fama hollywoodiense. Los abrigos de piel de leopardo se convirtieron en la sensación de la moda en los años 20.
Fue en 1950 cuando dio el salto a la alta costura de la mano de grandes diseñadores que definieron lo que hoy en día interpretamos como moda: Christian Dior y Elsa Schiaparelli. Introduciéndolo en sus colecciones, el estampado de leopardo ganó todavía más fama y elevó su caché.
Es entonces cuando llega la época dorada del leopard print: la época de la femme fatale sobre la cual se funda la hoy moda de mob wife, mediados del siglo XX. El leopard print había pasado de ser simplemente lujo a ser algo glamuroso. Audrey Hepburn emanaba suma elegancia enfundada en sus abrigos de leopardo y Brigitte Bardot lo encumbraba.
Como ocurre siempre cuando algo se pone de moda, se perdió la esencia inicial. De repente estaba por todas partes y ya no era lo de antes. Fue a finales de los 80 cuando se fusionó con estéticas más bohemias y hippies, alejándose un poco de la estela elitista que llevaba. A principios de los 2000, el leopard print dominaba las calles: experimentó un resurgimiento exponencial. Ya no se asociaba a las clases altas y, con la llegada de internet, se globalizó y dejó de estar encasillado en las altas esferas o en el paseo de la fama de Hollywood. Lindsay Lohan y Paris Hilton fueron sus principales valedoras.
Y aunque desde entonces siempre ha estado presente, a veces más a veces menos, llevábamos mucho sin ver un boom tan grande como el que está ocurriendo este 2024. Marcas como Dolce & Gabbana, Versace, Marni, Blumarine, Alexander McQueen y Paco Rabanne han presentado colecciones que ensalzan la estética mob wife y encumbran el leopard print como el cúlmen de la elegancia y la sofistificación, recuperando, así, sus inicios en el mundo de la alta costura. Aunque fusionado con otras tendencias y estilos, es evidente que la esencia inicial todavía está ahí y se mantiene. Casi como atributo. Casi como oda.
Esta temporada SS24 destacaron, entre otras muchas cosas, los inigualables tacones de Yves Saint Laurent, las mezclas, un tanto psicodélicas, de Glenn Martens para Diesel, combinando estampado floral y este animal print, la adaptabilidad de la colección de Blumarine, la sofistificaión habitual de Maria Grazia Chiuri y la atrevida llegada de Sean McGirr a Alexander McQueen.
Lo único que está claro es que queda mucho leopard print por ver, sobre todo ahora que ha llegado a las marcas fast fashion. Solo queda por saber cómo saldrá el estampado de leopardo de esta temporada. ¿Mantendrá la esencia de elegancia y sofistificación? ¿Volverá a pasar lo mismo que en los 2000? ¿Internet y las redes sociales lo cambiarán?
Xiana Fernández @xianafernandezz
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