X. F. – Tus videoclips tienen una marcada y cuidada estética. ¿Te involucras mucho o confías en las opiniones de tu gente?
D. S. – No… Desde el principio siempre he sido exageradamente activo (ríe). De lo que yo me acuerdo, en los primeros, que los hice todos con mis amigos en Murcia, yo ya estaba produciendo, codirigiendo o dirigiendo directamente… Hay vídeos que he editado yo, sobre todo los primeros, claro.
Entonces siempre me ha gustado esa parte de este mundo. Y hoy en día, que trabajamos en proyectos más grandes, aún así, me gusta ser muy pesado (ríe). Igual que en el estudio, en el estudio soy insoportable. ¡Espero que nunca te toque trabajar como productora en un tema mío! Me gusta mucho tomar el control y encontrar cómo pulir las cosas en todos los campos de mi proyecto.
X. F. – ¿Cómo dirías que vives todo el proceso creativo?
D. S. – En un día normal, en una canción normal, vas al estudio. La grandísima mayoría de las veces, yo voy sin expectativas y sin una dirección clara. A mí me gusta mucho hacer música de la intuición, de la sensación que tienes o que te provocan… Experimentando. Entonces, bueno, empieza así.
Siempre empiezo haciendo un poco lo que es la atmósfera, el BID, la producción… Melodías, después letra, que es la parte dejo para el final. Y bueno, luego, cuando es una canción que te gusta, en el momento, te enamoras locamente. Te crees que es el mejor tema de tu vida. Lo escuchas un millón de veces. Se lo enseñas al equipo…
Luego intentas meterlo en un calendario y luego empieza el largo proceso del videoclip, de la preproducción, la producción, la voz, producción del video… Y cuando ya llega el momento, después de muchos meses y meses y meses… Es muy raro, porque una vez que sale ya estás pensando en el siguiente tema. Como que ya no me gusta, ¿sabes? Como que ya lo dejo aparcado, ¿sabes? Es raro (ríe).
Pero bueno, luego en los bolos mola, porque si que lo revisitas: vuelve a cobrar sentido y como que te vuelves a reencontrar.